Beren sasoian ezin izan nuen Thomas Berhard asimilatu, beren ezkortasuna jasanezina egin izan zitzaidan, garai hartan neuk ezkortasun karga dexente neraman jadanik nire bizkarrean.
“El sobrino de Wittgenstein” irakurri ta gero, Yolandak interesgarria dala esaten dit eta horregaitik, beregatik, berriro ere saiatuko naiz austriar idazlearen mundu izoztua miatzen eta, zelan ez, aspalditik egiteke neukan gai batekin erlazionatuta dagoen Bernharden lan batez (“Helada”) egingo dut: Gaur egungo gizartean artea eta artistak duten rola.
Hasteko, nire lagun Pedrok “Helada” liburuari eginiko aipamen bat dakart post honetara. Laster bueltatuko naz irakurritakoa komentatzera; ordurako, Pedro, zure zain izango nauzu hementxe.
Alberto
Frost (Helada), T. Bernhard
Decidido a tratar de leer toda la obra de Bernhard en el orden cronológico en que fue publicada, comienzo con su primera novela editada (¡gracias, Indira, por el regalo!) y, en esta observación de un pintor recluido voluntariamente en la siempre hostil geografía física y humana de la Austria rural, encuentro ya la mayoría de las que serán sus constantes.
Aún no es uno de esos soliloquios ininterrumpidos que escribirá más adelante, hay capítulos, pautas, una relación de hechos mínimos diferenciados a lo largo de veintisiete días, pero todo lo demás está ahí: las perífrasis continuas, las repeticiones y variaciones obsesivas sobre las mismas ideas, impresiones y todas sus tangentes, sus habituales aforismos de desesperanza… La certeza de que nada tiene ningún sentido y provecho cuando no somos más que parte de una cruel Naturaleza, expresada en este caso en el paraje helado en el que se desarrollan los encuentros entre el narrador y el pintor.
El pintor Strauch, con una verbosidad cambiante, rica en imágenes y alusiones, espléndidamente escrita, dispara contra todos y todo: los artistas y el mundo del arte, la enseñanza y los maestros, la juventud y la vejez… con algunas soflamas hirientes y enloquecidas que en ocasiones despiertan la hilaridad.
En lo que conozco de su obra, Bernhard es poco dado a los juegos de trama, sin embargo, por una vez, el final se presta a una interpretación ambigua sobre el destino final del pintor, que me encantaría discutir con aquellos que hayan leído igualmente esta novela.
Pedro Rivero.