Detrás de M, a pesar de que estaba anocheciendo, entrevista entre altos chopos, podía intuir ya la cuenca del río que atravesaba el amplio valle. La vista se abría a medida que avanzábamos por la que en su día habría sido una carretera local; progresivamente era reconocible ante nosotros el territorio que vimos en el navegador de ruta de mi móvil. En el área pedregosa del arcén hallamos un mirador natural en el que M aprovechó para aparcar.