Paternidad y patriarcado

Serie: “Mundo ovino”

La oveja, extraño animal. Gregario hasta las últimas consecuencias y falto de la expresividad de otra especies, sorprende en ocasiones dando muestras de afectividad colocándose junto a uno de forma inesperada y lanzando una mirada perdida y tierna. Hacen estos alardes de sentimentalismo por lo general cuando ya son mayores y, como nosotros, empiezan a acarrear un indefinido y pegajoso miedo-a-todo. Estos días de final de invierno es cuando nacen los corderitos. Maravilla ver cómo, en cuestión de minutos, son capaces de mantenerse sobre sus patas y en pocas horas son capaces de corretear. Viéndolas cuidar de sus crías me ha asaltado un pensamiento que, en unos instantes, pasa de anecdótico a inquietante: La paternidad. Un concepto que podría, si lográramos desentrañarlo diseccionándolo sobre la mesa de autopsias, explicar tantas y tantas cosas y daría las claves de no pocas cuestiones problemáticas y fundamentales. Es un concepto que tiene poca presencia en el mundo animal, aun más, diría que es exclusivo del ser humano. La maternidad se da en ambos mundos, el animal y el humano. La paternidad es enteramente artificial; no por ello menos trascendente, al menos para mi.

¿Por qué me parece inquietante?, ¿por ser no-natural?. No, pues creo que todo lo que crea el ser humano es natural; al menos en una mirada con perspectiva. Me lo parece porque me temo que la paternidad es un constructo artificial y cultural, por ello doblemente artificial. Sin embargo la maternidad es un concepto original y puramente natural sobre el que se ha estratificado y sedimentado una capa cultural.

Resulta inquietante que la paternidad, inexistente en origen, artificial, haya devenido, en siglos de evolución, en el patrón por el que se rige absolutamente todo. Y es que a lo largo de siglos, en un proceso de evolución, desnaturalización o de naturalización paralela, ha sido capaz de marginar y anular a un factor similar, el de la maternidad, que si es genuinamente natural y que también ha tenido, además y no menos crucial, su desarrollo cultural añadido. Este hecho aunque pueda parece baladí, creo que no lo es; ni mucho menos.

Con estos pensamientos en mente recojo al recién nacido para secarle y retirar los restos de placenta; la bajada de temperatura de estos últimos días podría resultar fatal si no se seca a tiempo. Mama oveja se inquieta y bala, el corderito asustado bala en respuesta; se establece el vínculo sonoro y la oveja se me acerca. Solo cuando lo aproximo a su hocico para que la olfatee se establece el reconocimiento mutuo y definitivo y entonces se calman madre e hija. Una vez seca y libre se tambalea y avanza con dificultad hasta ponerse a cubierto bajo el manto de lana de la madre; segura de que semejante concepto le protejaerá en este mundo al que acaba de llegar. El padre pasta a lo lejos ajeno a todo y señoreando por el pasto su correspondiente concepto.

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